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Antología libertaria de Ricardo Flores Magón (1906-1911) (página 2)




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Primera carta
anarquista

(Carta desde la cárcel de los
ángeles)

"Esta carta la escribo hoy, trece de junio de mil
novecientos ocho, queridos hermanos práxedis y enrique,
para comunicarles un asunto que, a mi modo de ver, es de capital
importancia.

La idea que paso a mostrar a ustedes, se la expuse ya a
nuestro compañero librado, quien está de acuerdo
con ella, vamos al grano.

Ustedes saben tan bien como yo, que ninguna revolución
logra hacer prevalecer después del triunfo y hacer
prácticos los ideales que la inflamaron y esto sucede
porque se confía, que el nuevo gobierno
hará lo que debió hacer el pueblo durante la
revolución.

Siempre ha sucedido lo mismo.

En todas partes se enarbola una bandera con reformas
más o menos importantes; se agrupan alrededor de ellas los
humildes; se lucha; se derrama más o menos abundantemente
la sangre.

Si triunfa la revolución, se reúne un
consejo encargado de reducir a leyes los ideales
que hicieron al pueblo tomar las armas y
batirse.

Al congreso van individuos de todas clases de ideales,
avanzados unos, moderados otros más.

En la lucha de todas estas tendencias, las aspiraciones
de la revolución se marchitan, se
desvirtúan.

Y después de largos meses, cuando no
después de largos años, se vienen aprobando leyes,
en que ni siquiera se adivinan los ideales por los cuales dio su
sangre, el desdichado pueblo.

Pero supongamos que por un milagro se dicten leyes en
las que brillen en toda su pureza los ideales de la
revolución, cosa, que nunca se ha visto ciertamente,
porque muy pocos diputados, tienen los mismos ideales que el
pueblo que empuño las armas.

Supongamos que el milagro se realiza y que en el caso
especial de nuestra lucha, el congreso ordena el reparto de las
tierras, la jornada de ocho horas y el salario no menos
de peso.

¿Podemos esperar que los terratenientes se crucen
de brazos, para dejar escapar lo que los hace poderosos y les
permite vivir en la holganza?

Los dueños de toda clase de
empresas donde
se emplean brazos, ¿no cerrarán sus negocios o, al
menos, disminuirán el número de obreros que
emplean, para obligar al gobierno a revocar la ley, con la
amenaza del hambre del pueblo, fingiendo que les es materialmente
imposible pagar más o menos por horas de trabajo?

Agotados los recursos para la
revolución, el pueblo se encontraría en una
condición más difícil, que en aquella por la
cual se vio obligado a rebelarse.

El pueblo, sin pan, escucharía las palabras de
los burgueses quienes acaudillarían a los asalariados,
para derrocar al nuevo gobierno, con lo que se salvarían
de perder sus tierras unos y de hacer concesiones a los
trabajadores, los otros.

Los ricos se rebelarían, cuando se trate de hacer
práctico el programa del
partido liberal, en el caso de que, por un verdadero y
único milagro en la historia de las revoluciones
de los pueblos, se hubieran conservado intactos los ideales de la
revolución después del triunfo.

Como anarquistas sabernos bien todo esto. Sabemos bien,
lo que hay que esperar del mejor gobierno, que pueda pesar sobre
cualquier pueblo.

Como anarquistas, debemos poner todo de lo que
esté a nuestro alcance para que la revolución que
está en vísperas de estallar dé al pueblo,
todos los beneficios que sean posibles conquistar.

Todo se reduce a una mera cuestión de
táctica. si desde un principio nos hubiéramos
llamado anarquistas, nadie, a no ser unos cuantos, nos
habría escuchado.

Sin llamarnos anarquistas, hemos ido prendiendo en los
cerebros ideas de odio contra la clase poseedora y contra la
clase gobernante.

Ningún partido liberal en el mundo tiene las
tendencias anticapitalistas, como el que está
próximo a revolucionar México y
eso se ha conseguido sin decir que somos anarquistas.

No lo habríamos logrado ni aunque nos
hubiéramos titulado no ya anarquistas como somos, sino
simplemente socialistas, todo es, pues, cuestión de
táctica.

Debemos de dar la tierra al
pueblo en el curso de la revolución; de este modo no se
engañará después a los pobres.

No hay un solo gobierno que pueda beneficiar al pueblo
contra los intereses de la burguesía.

Esto lo saben bien ustedes como anarquistas y, por lo
mismo, no tengo necesidad de demostrarlo con razonamientos o con
ejemplos.

Debemos también dar posesión al pueblo de
las fábricas, las minas, etcétera.

Para no echarnos encima a la nación
entera, debemos seguir la misma táctica que hemos
ensayado, con tanto éxito.

Nos seguimos es llamando liberales en el curso de la
revolución, pero en realidad iremos propagando la
anarquía y ejecutando actos anárquicos.

Iremos despojando a los burgueses y restituyendo al
pueblo.

He aquí que el medio que se me ocurre y que
someto a la atención de ustedes.

En virtud de la revolución las fábricas,
las haciendas, las minas, los talleres, etc., van a cerrar sus
puertas.

No porque los trabajadores tomen las armas, pues no
todos las tomarán, sino por otras razones.

Entre las cuales pueden contarse la paralización
o amortizamiento de las transacciones comerciales, debido a la
irregularidad que hay para los intereses, en tiempos en que el
respeto a la
autoridad,
está relajado y la orden en todos los lugares dominados
por la revolución, de que no se pague a los trabajadores
menos de un peso, por la jornada establecida por ocho
horas.

La consecuencia de ese proceder de la burguesía
será el hambre, porque agotadas las existencias no se da
paso a producir más.

Nosotros no deseamos esperar a que llegue el
hambre.

Tan pronto como una hacienda paralice sus trabajos, una
fábrica cierre sus puertas, una mina deje de extraer
metal, etcétera, invocaremos la utilidad
pública de que no cese el
trabajo.

Cualquiera que haya sido el pretexto de los amos para
suspenderlo y con la razón deque es preciso reanudar los
trabajos, para impedir el pauperismo, daremos a los trabajadores,
las negocios que hayan cerrado los burgueses, para que los
obreros sigan laborando bajo un pie de igualdad.

Para evitar que los trabajadores así
beneficiados, pretendan hacerse burgueses a su vez, se
prescribirá que todo el que entre a trabajar a esas
negociaciones, tendrá derecho a participar una parte igual
a la de los demás.

Los trabajadores mismos administrarán esas
negociaciones.

Si se trata de haciendas, seria injusto dar todo el
terreno a los trabajadores de las mismas, porque entonces muchos
se quedarían sin nada.

Se daría a los trabajadores de haciendas, lo que
actualmente trabajan en ellas, reservándose lo que no se
utiliza para los demás pobres.

Como los trabajadores de las haciendas seguirán
trabajándolas conforme a este plan, los que
quieran tierras, de las que no se utilizan actualmente, al ver la
excelencia del trabajo en común practicado por los peones
redimidos, en lugar de trabajar la tierra
individualmente, querrán trabajar en común
también ellos.

Así no habrá necesidad de fraccionar la
tierra en parcelas, con lo que se ahorraría la junta, el
odioso trabajo de dar a cada quien que lo solicite un pedazo de
tierra.

Aunque queden las negociaciones en manos de los
trabajadores, se prohibirá su enajenación como en el programa se
prescribe para las tierras.

De este modo se reanudará el trabajo en medio de
la revolución y se habrá hecho una obra anarquista
invocando la necesidad de que no cese la producción para evitar el hambre de las
masas.

Hay que tener en cuenta, que no contando los
trabajadores con moneda para comprar lo que necesiten para vivir,
es preciso que ellos mismo establezcan una comisión de
estadística.

Misma que llevará un control de los
recursos con que cuenta cada región dominada por la
revolución, así como las necesidades de los
habitantes laboriosos de la misma región.

Teniendo ese registro los
trabajadores se cambiarán mutuamente sus productos y
habrá tal exceso de producción, que podrán
fácilmente sin sacrificio mantener a los soldados de la
revolución.

Además se aconsejará a los trabajadores,
que estén armados ellos mismos, para defender lo que la
revolución les ha dado, de las embestidas que den los
soldados de la tiranía y la probable acometida que nos den
los gringos o algunas de las naciones.

Al principio no molestaremos a los burgueses
extranjeros, sino hasta que el pueblo casi todo, tenga algo
material que defender y algo para hacerse respetar.

Cuando los parias tengan algo que defender, veremos que
no habrá uno que deje de empuñar el
fusil.

Se presentarán problemas
nuevos, pero no creo que sean de difícil solución,
estando los mismos trabajadores interesados en el
asunto.

Vendrán, además muchos anarquistas
españoles e italianos al ver lo que está ocurriendo
y ellos ayudarán muy bien.

Me parece que sería muy bueno, que uno de
nosotros fuera a dar una vuelta durante la revolución,
para animar a aquellos compañeros a darnos una buena
ayuda, viniendo a agitar las masas y dirigirlas en todo lo que se
necesite.

Yo creo que vendrían muchísimos y hasta se
les pondría costear el viaje derramándose
después por todo el país una nube de
compañeros.

Obrando como propongo, si no se vence al menos
habrá quedado una gran enseñanza.

Ya estoy cansado.

Escribo en posición tan forzada que me duele el
pecho del que, entre paréntesis, estoy ya muy
enfermo.

No ceso de toser, me duele la espalda y me siento mal,
muy mal. lo que me sostiene es que no me abato.

El frío que continuamente hay en esta
cárcel me está agravando.

Pesaba doscientas y diez y ocho libras y hoy sólo
peso ciento sesenta y ocho.

La cárcel es de hierro; nunca
recibe un rayo de sol.

El viento frío sopla de día y de noche y
delicado como he sido siempre de los pulmones.

Siento que no resistiré otro invierno en esta
cárcel en donde no hay calentadores para los
presos.

Tengo un catarro muy fuerte, desde que nos metieron a la
cárcel no se me quita, se me calma dos o tres días,
pero para atacarme con más fuerza.

En este momento estoy a acalenturado. la fortuna es que
no me abato y así mismo me doy fuerza. Pero volvamos al
asunto que motiva esta carta.

Creo que es necesario que vengan muchos anarquistas,
para que aleccione al pueblo.

Además, es bueno hacer reimprimir folletos y
libros
anarquistas para que sean repartidos por millones.

De ese trabajo pueden encargarse amigos de
confianza.

No debemos mandar representantes, cerca de los gobiernos
extranjeros, porque entonces entraríamos a un mar de
compromisos que quitarían a la revolución su
carácter especialísimo.

Debemos cultivar relaciones
internacionales, pero no con los gobiernos, sino con las
organizaciones
obreras de todo el mundo, ya sean simplemente tradeunionistas,
socialistas o anarquistas.

No se me ocurre algo más por lo pronto. Librado
los saluda cariñosamente. Reciban un fuerte abrazo de su
hermano Ricardo que mucho los quiere.

Continúo hablando del mismo hoy, quince de junio,
queridos hermanos.

Va a haber burgueses muy ladinos, que al ver lo que pasa
a sus compañeros, no cerrarán sus negociaciones y
entonces no habrá pretexto inmediato para arrebatarles la
propiedad.

En ese caso que va a ser tal vez más frecuente,
se agitará a los obreros de esas negociaciones para que
pidan "imposibles", de manera que los patrones se vean forzados a
cerrar.

Entonces los obreros tomarán posesión de
la negociación.

Sé que de escoger dos caminos en que deba mejor
seguirse para las expropiaciones, la junta puede decretarlas o
bien los obreros pueden consumarlas.

En este caso, que me parece el mejor, porque disfrazada
muy bien el carácter anarquista de la junta, no debemos
más que aprobar hechos consumados.

Para seguir está última táctica hay
necesidad de hacer una gran agitación entre los obreros,
repartirles folletos, libros, meter entre ellos agitadores
anarquistas.

Todo esto puede hacer muy bien (me refiero a la
agitación) y creo que, lo que se haga por los obreros
mismos, será más sólido que lo que se haga
por decreto de la junta.

La cuestión es traerse, una vez comenzada y
formalizada la revolución, un gran número de
compañeros de Europa y fomentar
en México la publicación de muchos
periódicos anarquistas.

Como tendremos dinero esto se
podrá hacer fácilmente.

Sólo los anarquistas van a saber que somos
anarquistas.

Les aconsejaremos que no nos llamen anarquistas para no
atemorizar a tanto imbécil, que en el fondo de la conciencia
abrigan ideales como los nuestros, pero que sin saber que son
ideales anarquistas.

Están acostumbrados a oír hablar a los
anarquistas en términos desfavorables.

Mas bien que imbéciles son ignorantes. no hay que
se injustos.

lo que se haga por los obreros mismos, tendrá que
ser más sólido, por ser resultado de un esfuerzo
consciente.

Así pues, creo que esa será la mejor
táctica: incitar a los obreros induciéndolos a que
expropien.

La junta ante los hechos consumados tendrá que
aprobar.

Así seguiremos dando "el timo" de liberalismo en
beneficio de nuestros bellos ideales.

Me parece que no tengo más que
agregar.

Si librado o yo tenemos hoy visita extraordinaria, tal
vez podamos echar fuera esta carta y mi anterior
adjunta.

Hoy es diez y siete de junio y me refiero, querido
hermanito, a la tuya de ayer, quedamos enterados de que
saldrán el próximo sábado.

Hermanito, deseamos que no te ocurra nada desagradable
en el viaje.

a paulina o a Rómulo, como lo indicas,
ocurriré cuando se trate o llegase aquí algo en
secreto, quedando entendido de que conocen la clave.

Ayer hable con el compañero gaitán, quien
va a el paso con Goliat para entrar a la lucha.

La compañera de gaitán sale mañana
para el paso y convenimos que ella te llevará como
equipaje el bulto de manifiestos, la oportunidad es
brillante.

Si ya enviaste a ulibarri todos los membretes,
quedará listo el asunto.

manda decir desde luego a gaitán, ulibarri o
loya, la dirección a que debe ir el bulto de
manifiestos para que no haya tropiezo.

Toma nota dirección prisciliano y de la
indicación de si es a paulina a quien debo por conducto
del excelente salvador mandar lo que para ustedes tenga, para que
ella le dé curso.

Ustedes con más acierto, podrán resolver
sobre lo que propone, la formación de la primera zona de
occidente; pero me parece que es muy poca la sierra para
constituir una zona.

Magnífica la noticia de la unión del
escuadrón zaragoza con díaz guerra.

No caben rollitos más gruesos, que los que hacen
con papel de fumar wheat straw.

En este papel me has de escribir, digo esto porque no me
puede dar salvador la carta que
rompiste en cuatro.

Tal vez en ella se diga sobre Díaz
quintas.

Ya no es tiempo para ir
a verlo, no urge.

Yo también opino porque se publique
revolución, el nombre después de todo es lo de
monos, pero por un romanticismo muy
natural, me gustaría que fuera regeneración
el
periódico.

No tengo más que decir querido hermanito, sino
que me quedo desesperado porque también quisiera estar
cerca del teatro de los
próximos deseados sucesos.

Yo creo ahora sí, no podrá sofocar el
viejo la revolución y que al fin el pueblo se hará
justicia.

Ojalá que la sangre que se derrame, sea fecunda
en bienes para el
proletariado.

Creo que lo será, si nos proponemos, mejor que
obtener un triunfo fácil allanándonos a la
burguesía, obtener verdaderas libertades para el pueblo,
emancipándolo económicamente, paso a paso o salto a
salto, como se pueda en el curso de la grandiosa
revolución, en cuyos umbrales nos hallamos.

Sueño con grandes, efectivas conquistas durante
la revolución.

Es muy posible que nuestra revolución rompa con
el equilibrio
europeo y se decidan aquellos proletarios a hacer lo que
nosotros.

Tal vez si llevamos a cabo lo que propongo, se nos echen
encima las potencias de Europa.

Esto será el último acto de la farsa
gubernamental, porque estoy seguro no nos
dejarán perecer, nuestros hermanos del otro lado del
mar.

Si logramos tener éxito durante la
revolución, esto es, si logramos ir despojando y
restituyendo, no importa que se prolongue por años muestro
movimiento.

Debemos esforzarnos porque la mayoría de los
jefes y oficiales revolucionarios sean más o menos hombres
de nuestro modo de pensar.

Al afecto gritan, como palomares, como otros más,
Loyolas por ejemplo, para que esté la fuerza de nuestra
parte, porque hay muchos, muchísimos, que no piensan sino
en su engrandecimiento personal.

Teniendo el mando los libertarios haremos una gran
obra.

Para jefes de zonas donde no hay ahora grupos debemos
nombrar libertarios.

Una fenomenal propaganda
libertaria se impone, procuraremos encargar, nos envíen
folletos y periódicos anarquistas y reimprimirlos en
méxico, con dinero que se arranque a los
burgueses.

Todo ese trabajo lo pueden desempeñar amigos de
confianza para que la junta siga conservando aparentemente un
papel "libre".

Siguiendo la táctica que a ustedes propongo en la
adjunta carta, no volveremos a tener la oportunidad mejor para
trabajar por el ideal, como en medio de la
revolución.

Ya me despido.

Envio un fuerte abrazo a todos, y para ti, hermanito, mi
grande fraternal cariño. Librado también los saluda
a todos".

Ricardo Flores Magón.

1º. de octubre de 1910

Tierra

"Millones de seres humanos dirigen en estos momentos al
cielo su triste mirada, con la esperanza de encontrar más
allá de las estrellas que alcanzan a ver, ese algo que es
el todo porque constituye el fin, forma el objeto del doloroso
esfuerzo, del penoso batallar de lo especial del hombre.

Desde que sus pasos vacilantes la pusieron un palmo
delante de las especies irracionales.

Ese algo es la felicidad.

¡la felicidad! "la felicidad no es de este mundo",
dicen las religiones.

"la felicidad está en el cielo, está
más allá de la tumba".

Y el rebaño humano lenta a la vista, e ignorante
de la ciencia del
cielo, piensa que éste está muy lejos, cuando sus
pies se apoyan precisamente en ese astro, que con sus hermanos
constituye la gloria y la grandeza del firmamento.

La tierra, forma parte del cielo: la humanidad, por lo
mismo, está en el cielo.

No hay que levantar la vista, con la esperanza de
encontrar la felicidad, detrás de esos astros que
embellecen nuestras noches: la felicidad está aquí,
en el astro tierra, y no se conquista con rezos, no se consigue
con oraciones, ni ruegos ni humillaciones, ni llantos.

Hay que disputarla de pie y por la fuerza, porque los
dioses de la tierra, no son como los de las religiones:
blandos a la oración y al ruego, los dioses de la tierra
tienen soldados, tienen polizontes, tienen jueces, tienen
verdugos, tienen presidios, tienen horcas, tienen
leyes.

Todo lo cual constituye lo que se llaman instituciones,
montañas escarpadas que impiden a la humanidad alargar el
brazo y apoderarse de la tierra.

Hacerla suya, someterla a su servicio, con
lo que se haría de la felicidad, el patrimonio de
todos y no el privilegio exclusivo de los pocos que hoy la
detentan.

la tierra es de todos.

cuando hace millones de millones de años, no se
desprendía aún la tierra del grupo
caótico que andando el tiempo había de dorar el
firmamento de nuevos soles.

Después por el sucesivo enfriamiento de ellos, de
planetas
más o menos bien acondicionados para la vida
orgánica, este planeta no tenia dueño.

Tampoco tenía dueño la tierra, cuando la
humanidad hacia de cada viejo tronco del bosque o de cada caverna
de la montaña, una vivienda y un refugio contra la
intemperie y contra las fieras.

Tampoco tenia dueño la tierra, cuando más
adelantada la humanidad en la dolorosa vida de su progreso,
llegó al periodo pastoril: donde había pastos
allí de estacionaban las tribus que poseían en
común los ganados.

El primer dueño apareció con el primer
hombre que tuvo esclavos para labrar los campos.

para hacerse dueño de esos esclavos y de esos
campos necesitó hacer uso de las armas y llevar la guerra
a una tribu enemiga.

fue pues, la violencia el
origen de la propiedad territorial, y por la violencia se ha
sostenido desde entonces hasta nuestros días.

las invasiones, las guerras de
conquista, las revoluciones políticas,
las guerras de dominar mercados, los
despojos llevados, a cabo por los gobernantes y sus protegidos
son los títulos de la propiedad territorial.

títulos sellados con la sangre y con la esclavitud de la
humanidad.

este monstruoso origen de un derecho absurdo, porque se
basa en el crimen, no es un obstáculo para que la ley
llame sagrado a ese derecho, como que son los detentadores mismos
de la tierra, los que han escrito la ley.

La propiedad privada territorial se basa en el crimen, y
por lo mismo, es una institución inmoral.

Esta institución es la fuente de todos los males
que afligen al ser humano.

El vicio, el crimen, la prostitución, el despotismo, de ella
nacen.

Para protegerla se hacen necesarios el ejército,
la judicatura, el parlamento, la policía, el presidio, el
cadalso, la iglesia, el
gobierno y un enjambre de empleados y de zánganos, siendo
todos ellos mantenidos precisamente por los vinieron a la vida
cuando la tierra estaba ya repartida entre unos cuantos bandidos
que se apropiaron por la fuerza o entre los descendientes de esos
bandidos, que han venido poseyéndola por el llamado
derecho de herencia.

La tierra es el elemento principal del cual se extrae o
se hace producir todo lo que es necesario para la
vida.

De ella se extraen: metales
útiles, carbón, piedra, arena, cal, sales.
Cultivándola, produce toda clase de frutos alimenticios y
de lujo.

Sus praderas proporcionan alimento al ganado, mientras
sus bosques brindan su madera y las
fuentes sus
linfas generadoras de vida y de belleza.

y todo esto pertenece a unos cuantos, hace felices a
unos cuantos, da poder a unos
cuantos, cuando la naturaleza lo
hizo para todos.

De esta tremenda injusticia, nacen todos los males que
afligen a la especie humana.

Al producir la miseria, ésta empuja al crimen, la
miseria bestializa el rostro, el cuerpo y la inteligencia.

Degradadas y, lo que es peor, sin conciencia de su
vergüenza, pasan generaciones en medio de la abundancia y de
la riqueza sin probar la felicidad acaparada por unos
pocos.

Al pertenecer la tierra a unos cuantos, los que no la
poseen, tienen que alquilarse a los que la poseen, para siquiera
tener en pie la piel y la
osamenta.

¡la humillación del salario o el hambre:
este es el dilema!

Este es el dilema con que la propiedad privada
territorial recibe a cada nuevo ser que viene a la
vida.

Ddilema de hierro que empuja a la humanidad a ponerse
ella misma las cadenas de la esclavitud, si no quiere perecer de
hambre o entregarse al crimen o la
prostitución.

Preguntad ahora por qué el gobierno, por
qué roba o mata el hombre, por qué se prostituye
la
mujer.

Detrás de las rejas esos pudrideros de carne y de
espíritu que se llaman presidios, miles de infortunados
pagan con la tortura de su cuerpo y la angustia de su
espíritu.

las consecuencias de ese crimen, elevado por la ley a la
categoría que de derecho sagrado: la propiedad
territorial.

En el envilecimiento de la casa pública, miles de
jóvenes prostituyen su cuerpo y estropean su dignidad,
sufriendo igualmente las consecuencias de la propiedad privada
territorial.

En los asilos, en los hospicios, en las casa de
expósitos, en los hospitales, en todos los sombríos
lugares donde se refugian la miseria, el desamparo y el dolor
humano, sufren las consecuencias de la propiedad privada
territorial hombres y mujeres, ancianos y niños.

Presidarios, mendigos, prostitutas y huérfanos y
enfermos levantan los ojos al cielo con la esperanza de encontrar
más allá de las estrellas que alcanzan a ver, la
felicidad que aquí les roban los dueños de la
tierra.

Y el rebaño humano inconsciente de su derecho
a la vida, torna a encorvar la espalda trabajando para otros
la tierra con que la naturaleza los obsequió, perpetuando
con su sumisión el imperio de la injusticia.

Pero de la masa esclava y enlodada surgen los rebeldes;
de un mar de espaldas emergen la cabeza de los primeros
revolucionarios.

El rebaño tiembla presintiendo el castigo; la
tiranía tiembla presintiendo el ataque y rompiendo el
silencio, un grito que parece un trueno, rueda sobre las espaldas
y llega hasta los tronos: ¡tierra!.

"¡tierra!" gritaron los gracos: "¡tierra!"
gritaron los anabptistas de munzer; "¡tierra!" grito
babeuf; "¡tierra!" grito bakunin; "¡tierra!" grito
Ferrer; "¡tierra!" grita la revolución
mexicana.

Este grito, ahogado cien veces en la sangre en el curso
de las edades.

Este grito corresponde a una idea guardada con
cariño a través de los tiempos de todos los
rebeldes del planeta.

Este grito sagrado transportará el cielo con que
sueñan los místicos, a este valle de
lágrimas cuando el ganado humano deje de lanzar su triste
mirada al infinito y fije aquí, en este astro que se
avergüenza de arrastrar la lepra de la miseria humana entre
el esplendor y la grandeza de sus hermanos del cielo.

Taciturnos esclavos de la gleba, resignados peones del
campo, dejad el arado.

Los clarines de acayucan y jiménez, de palomas y
las vacas de biseca y Valladolid, os convocan a la guerra para
que toméis posesión de estas tierras, a las que
dais vuestro sudor, pero os niega sus frutos.

Porque habéis consentido con vuestra
sumisión, que manos ociosas se apoderen de lo que os
pertenece, de lo que pertenece a la humanidad entera.

De lo que no puede pertenecer a unos cuantos hombres,
sino a todos los que hombres y a todas las mujeres que, por el
sólo hecho de vivir, tienen derecho a aprovechar en
común, por medio del trabajo, toda la riqueza que la
tierra es capaz de producir.

¡Esclavos, empuñad el Winchester, trabajad
la tierra¡ cuando hayáis tomado posesión de
ella.

Trabajad en estos momentos la tierra, es remacharse la
condena porque se producen más riqueza para los
amos.

La riqueza es poder, la riquezas es fuerza, fuerzas
física y
fuerza moral, y los
fuertes os tendrán siempre sujetos.

Sed fuertes vosotros. sed fuertes todos y ricos
haciéndoos dueño de la tierra; pero para esto
necesitáis el fusil; compradlo, pedidlo prestado en
último caso, y lanzaos a la lucha gritando con todas
vuestras fuerzas:¡tierra y libertad¡". (De
regeneración)

22 de octubre de 1910

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